Puntuación: 8/10
Lo que más me llamó la atención de esta novela fue la originalidad de la historia.
La señora Bartolotti es separada y vive sola y a su modo en un apartamento desordenado y algo sucio; se trata de una "vieja" (así la llaman los que la ven y sus vecinos) de vestimenta y maquillaje bastante colorido y extravagante que come cuando quiere y como quiere y hace exactamente lo que se le pega la gana, tratando de ser original y de no dejarse influir por las críticas de los demás ni las modas ni reglas culturales.
A esta señora le llega un extraño paquete: un niño enlatado que le envían de una fábrica. Según los remitentes, ella hizo el pedido de este pequeño hace mucho tiempo y está destinado a ser su hijo.
Ella lo acepta porque le daría lástima devolverlo. Rápidamente va descubriendo que Konrad es un niño demasiado perfecto. Lo han adiestrado para que sea obediente y se convierta en el tipo de hijo que cualquier padre querría (educadísimo, inteligente, respetuoso de todas las normas sociales). Bueno, cualquier padre quisiera un hijo así, menos la señora Bartolotti.
El gran nudo de la historia se presenta cuando a la nueva madre le llega una carta de los fabricantes de Konrad: se han equivocado de destinatario y lo quieren de vuelta.
A Konrad lo salva el amor. Y no digo más.
La señora Bartolotti es separada y vive sola y a su modo en un apartamento desordenado y algo sucio; se trata de una "vieja" (así la llaman los que la ven y sus vecinos) de vestimenta y maquillaje bastante colorido y extravagante que come cuando quiere y como quiere y hace exactamente lo que se le pega la gana, tratando de ser original y de no dejarse influir por las críticas de los demás ni las modas ni reglas culturales.
A esta señora le llega un extraño paquete: un niño enlatado que le envían de una fábrica. Según los remitentes, ella hizo el pedido de este pequeño hace mucho tiempo y está destinado a ser su hijo.
Ella lo acepta porque le daría lástima devolverlo. Rápidamente va descubriendo que Konrad es un niño demasiado perfecto. Lo han adiestrado para que sea obediente y se convierta en el tipo de hijo que cualquier padre querría (educadísimo, inteligente, respetuoso de todas las normas sociales). Bueno, cualquier padre quisiera un hijo así, menos la señora Bartolotti.
El gran nudo de la historia se presenta cuando a la nueva madre le llega una carta de los fabricantes de Konrad: se han equivocado de destinatario y lo quieren de vuelta.
A Konrad lo salva el amor. Y no digo más.
Como mencioné, es una trama original que se aleja de las historias
comunes para niños. En la contraportada de mi edición colombiana, sello Santillana loqueleo, dice que hay una fuerte crítica social en esta novela. No me lo parece. Si acaso, hilando fino, podríamos decir que es una especie de Un mundo feliz para niños o de 1984 de Orwell. Aunque para esto le faltaría mucho.
En todo caso, la novela se lee de un tirón y es muy entretenida; tiene su gran dosis de humor y los personajes están dibujados con excelencia. La escritora es mundialmente reconocida y ha obtenido los máximos galardones.
En todo caso, la novela se lee de un tirón y es muy entretenida; tiene su gran dosis de humor y los personajes están dibujados con excelencia. La escritora es mundialmente reconocida y ha obtenido los máximos galardones.
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