lunes, 23 de marzo de 2015

Las alas de la soledad (Lucrecia Maldonado. Grupo Editorial Norma) Para chicos a partir de quince años

Mi calificación: 9.8 / 10 

Calificación de jóvenes encuestados: 


Las alas de la soledad me la recomendó María Beatriz, una destacadísima y culta sobrina mía que ahora estudia Artes Liberales y que lo leyó en el colegio. Y sin yo pedírselo, me la recomendó también mi ahijado, Joaquín, no tan amante de la literatura clásica y de las artes, como mi sobrina, pero sí fanático de Harry Potter, Los Juegos del hambre y ese tipo de novelas que fascinan a los chicos de hoy. Que me la haya recomendado la una y también el otro, ya son suficientes referencias.
La historia en resumen: Mina, una chica introvertida que no ha logrado integrarse en el colegio, encuentra su lugar en un Club de poetas. Sí, algo así como el Club de los poetas muertos, la película con Robin Williams. Solo que en el caso de Las alas de la Soledad, el protagonista no es el maestro sino un grupo de estudiantes unidos por sus diferencias y por su amor a la poesía. Gays, drogadictos, punks, un genio matemático. Mina y su soledad por fin extienden las alas para enamorarse y para soñar, pero también para desilusionarse y crecer.
En esta novela se abordan los temas de moda entre la literatura juvenil: la segregación de la masa a los chicos que son diferentes, la homosexualidad, los primeros amores, engaños y desengaños. Sin embargo, el tratamiento de estos asuntos es magistral, pues se hace desde el corazón del personaje principal y no desde los lugares comunes.
Confieso que lloré con Mina (esas lágrimas tan sentidas que solo provocan los buenos libros… ¡Ah! Lágrimas irremplazables) y que reviví a la adolescente que fui gracias a este personajes tan bien construido. Aplausos para la autora: Lucrecia Maldonado.
Si caben unas mínimas críticas serían que encontré por lo menos cuatro o cinco fallas tipográficas (que le mencionaré a los encargados de la Editorial Norma), y que debido a que esta excelente obra se vende ya en otros países, consideraría revisar ciertos ecuatorianismos que pueden ser malinterpretados. Soy colombiana, pasé mi niñez y adolescencia en Perú, y he vivido mil años en Ecuador. Por eso sé que la expresión “Qué linda eres”, no significa lo mismo en Quito que en otras partes. Sugerencias mínimas y aplausos muchos para Lucrecia.

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