Calificación: 8/10
Si usted quiere un libro que mantenga pegado a su adolescente a un
sillón hasta llegar a la última página,
esta es la novela para lograrlo.
Para
convencer al chico o chica de aceptarlo, solo hágale leer la última página de la novela en
donde la autora habla de su significado y cuenta con orgullo que este libro ha
sido prohibido en muchos colegios, pero que aún así su fama se ha ido
expandiendo a nivel mundial y son miles sus defensores.
La
historia, eso sí, es para erizar la piel y poner en guardia a los adultos. Aquí
va el resumen:
Es el
primer día de clases en un aula de un colegio. Uno de los alumnos, Pierre Anthon, se
levanta de su pupitre y declara que ya no estudia más porque no vale la pena.
La vida no vale la pena. Nada vale la pena. Entonces, el filosófico muchacho deja para siempre el colegio y se
trepa a un árbol de ciruelas y decide vivir ahí para siempre observando el
cielo y comiendo frutos.
Pero la cosa no se queda allí, porque Pierre se dedica a recordar a sus ex compañeros de clase, cada vez que pasan bajo su árbol, que no vale la pena ni estudiar ni hacer nada en esta vida. Nada vale la pena. Igual vamos a morir. Igual trabajamos toda la vida para que podamos descansar cuando seamos ancianos. Entonces ¿por qué no descansar desde ahora?
Pero la cosa no se queda allí, porque Pierre se dedica a recordar a sus ex compañeros de clase, cada vez que pasan bajo su árbol, que no vale la pena ni estudiar ni hacer nada en esta vida. Nada vale la pena. Igual vamos a morir. Igual trabajamos toda la vida para que podamos descansar cuando seamos ancianos. Entonces ¿por qué no descansar desde ahora?
Las
palabras de Pierre logran impactar a los chicos, que se reúnen para terminar
con la incómoda letanía del loco de las ciruelas (nunca se menciona algo de la
reacción de los padres del muchacho ante la decisión de su hijo. No se menciona ni
que lo vayan a ver ni que estén preocupados, pese a que él vive encima de un árbol).
Sus amigos
logran bajarlo nada menos que a pedradas y lo dejan bastante
aporreado. Pero al día siguiente, con vendas y todo, ya está Pierre nuevamente
encima del bendito ciruelo. Y claro, sigue con su cantaleta de que la
vida no vale para nada.
En su
intento por demostrarle que sí vale, los demás jóvenes deciden reunir
las cosas que más le importen a cada uno de ellos. Pero no es cada cual quien
decide, sino los demás. Al inicio la recolección de objetos resulta aburrida:
las sandalias nuevas de una niña, el telescopio de otro, los guantes de boxeo y
cosas por el estilo. Hasta que las peticiones van subiendo de tono hasta llegar
a exigencias macabras.
El grupo
le exige a una de las chicas, el ataúd con su hermanito muerto, que van a sacar
del cementerio. A un muchacho musulmán le piden su alfombra de oración, por lo
que se gana una paliza bestial del padre. Al más piadoso, el grupo le demanda
nada menos que el Cristo de la iglesia. En el trabajo de desmontarlo de su
pared, Jesús crucificado resulta roto y luego mancillado por un perro que hace sus necesidades
sobre él. ¿Qué tal? Pero no llega lo peor
del asunto. A una chica le piden sus hermosas trenzas pintadas de azul y a
otra, nada menos que su virginidad. Todos se ven obligados por el grupo a aceptar lo que se les pide. ¿Cómo les va quedando el ojo?
A otra muchacha le demandan que le corte la cabeza a un can. Y en el colmo del asunto, a un muchacho que
toca la guitarra, le obligan ni más ni menos a que se deje
cortar uno de los dedos.
¿Y todas
estas barbaridades para qué? Para que le demuestren a Pierre, el loco del
árbol, que esas ofrendas son las cosas por las que vale la pena vivir;
las cosas que tienen “significado”.
No voy a
contarles más de la historia. El final, el sacrificio más grande, no es difícil
de imaginar cuando Pierre se burla de la colección de horrores que tanto
les ha costado obtener a los otros.
Repito,
los chicos no se despegarán de este libro hasta acabarlo. ¿Vale la pena la obra?
Creo que para adolescentes que necesitan motivación para leer, les cae de perlas esta historia facilona y emocionante. Como padres y maestros, podemos dejarnos de falsos pudores y moralismos, y entablar una valiosa
discusión sobre el tema que plantea Pierre: ¿Cuál es el valor de la vida? ¿Vale
la pena vivir? Y, claro, aquí damos cabida a investigaciones filosóficas y análisis por parte de los muchachos.
Pero si
queremos historias parecidas, con personajes niños o jóvenes que se preguntan asuntos de igual relevancia, y además obras de inmenso valor literario, profundidad de
conceptos y personajes mil veces mejor logrados, sugiramos a los chicos El
señor de las moscas (de un Premio Nobel inglés), apasionante y conmovedora.
Y si contamos con buenos lectores, propongamos la novela japonesa El marinero que perdió la gracia
del mar, donde un grupo de niños se deciden a perder cualquier tipo de
sentimientos hacia los demás y hacia el mundo.
Si quiere darle una leída a Nada antes de comprarla, puede cargarla gratis en este link:
No hay comentarios:
Publicar un comentario